Nunca me he atrevido a soñar con ser escritora. Un curso de escritura jamás entró en mi lista de cosas que hacer. Lo veía innecesario, una pérdida de tiempo para una persona que es de números.
Pero mi rechazo a ser una nini me podía. Tenía que, o mejor dicho, necesitaba apuntarme a algo relacionado con la escritura.
Quería encontrar una brújula con la que navegar en este océano.
Después de apuntarme a un curso de guión, me preocupaba que fuera aburrido, demasiado teórico. Pero para mi asombro, en la primera clase, la profesora dijo:
El guión es otra forma de escritura y en estas clases vamos a trabajar la creatividad.
Sentí un alivio… Un alivio, porque sabía que iba a aprender mucho y disfrutaría de las clases.
Empezamos con un ejercicio de escritura creativa: la constelación de palabras.
Y me pregunté: ¿Qué es una constelación de palabras?
Bien, pues no era más que un ejercicio, donde partías de una palabra, la primera que se te viniera a la mente. Y empezabas a escribir durante 3 minutos palabras que se te fueran ocurriendo a partir de otras.
Y te preguntarás: ¿Cómo usas la constelación de palabras?
Cogías una palabra de la constelación que te transmitiera sentimientos, que te llevara a algún lugar. Y en 3 minutos debías escribir el escenario de tu historia.
Después, escogías una palabra que te hiciera sentir incómodo. A partir de ésta, en 3 minutos debías introducir un personaje que hiciera algo.
En mi caso cogí una palabra incómoda de una compañera.
Friendly reminder: la imaginación no tiene límites, pero el tiempo sí.
Me pareció mágico el ejercicio de escribir a mano alzada el comienzo de una historia. Escribir sin preocupaciones, ni expectativas, pero que a la vez te evoque sentimientos.
De mi constelación de palabras, elegí “Acampada” por el recuerdo a césped mojado, a la paz que siento cuando me levanto con el piar de los pájaros y la brisa acariciándome.
El sol está iluminando fuerte, son las 8 de la mañana, un día de verano en la base de una montaña. Los pájaros están cantando y se oye alguna vaca. El olor es una mezcla a césped mojado por el rocío y boñigas de vaca. En la sombra corre una brisa, pero bajo el sol se pasa calor.
La palabra incómoda que me tocó fue “alienígena”.
Una nave voladora aterrizó. El alienígena, Skar, sale de su nave para ver en qué recóndito del espacio ha aterrizado. Al asomarse, el Sol le deslumbra y se pregunta dónde ha caído. Cuando su visión se estabiliza le entra una calma inmensa al apreciar el paisaje.
Literal eso fue lo que escribí, es cierto que en 6 minutos no vas a escribir la historia de tu vida, pero en 6 minutos has escrito el argumento para una novela, guión, relato, etc.
Esto me hace pensar que herramientas para que escribamos hay muchas. Y esperar a que la inspiración te llegue para poder escribir es un bulo.
La inspiración existe, pero se encuentra trabajando.
De Pablo Picasso.